Un gordito cantando un poema de Neruda a su novia. Un hombre serioso. Silenciosamente la joven le sacó una foto, discreta, sin poner la escena en riesgo.
Cuándo cantava, los cachetes del hombre se ponían rojos y su panzita temblava, una fuerza demás grande del interior. Al pasar por las camadas de gordura, la energía explosiva se hiba amortiguando, hasta llegar a una vibracionzita ligera . Solo atentos veían su voluptuosidad.
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